Si estás leyendo esto, seguramente ya viste Avengers: Infinity War y todavía te estás recuperando del impacto, tratando de descifrar qué es lo que acabas de ver en la película que Marvel ha promocionado como el crossover más grandioso de todos los tiempos.

Un final grandilocuente

Acorde con la magnitud y la ambición de la película, equivalente a la de su gran villano Thanos, Marvel ha entregado un final drástico y contundente, que sacude los cimientos de su universo cinematográfico como nunca antes lo había hecho ningún otro final. O al menos eso quiere transmitir.

La conclusión de Avengers: Infinity War parece una respuesta a las quejas acumuladas por mucho tiempo sobre la tibieza con la que el Universo cinematográfico de Marvel había tratado las tragedias o las posibles muertes de personajes principales —esencialmente evitándolas con diversas justificaciones—, y a la presunta sensación de que nunca nada grave pasaría realmente.

De todas maneras, el efecto que genera este final es ambiguo.

Por una parte, es genuinamente impactante ver cómo el plan de Thanos –«la mitad del universo simplemente dejará de existir»– comienza a materializarse.

Esos primeros segundos en los que algunos de los superhéroes se esfuman convirtiéndose en cenizas incorpóreas y el sentimiento de derrota absoluta comienza a invadirnos, son trágicos.

avengers: infinity war

Que los propios protagonistas de la película comiencen a comprender lo que está sucediendo, a entender la derrota, casi al mismo tiempo que la audiencia, acentúa el sentimiento.

Ver a Peter Parker abandonar su compostura de valiente superhéroe, su gracia y su chispa, para volver a ser el adolescente que en realidad es, aterrado y confundido, es posiblemente el momento más duro de toda la película.

Pero el impacto y la emoción que pretende infundir el final dura muy poco y es superficial.

Es imposible no pensar mientras vamos viendo toda esa secuencia que de un modo u otro esas trágicas consecuencias de las acciones de Thanos se van a revertir.

Es imposible no recordar en ese momento, mientras T’Challa se evapora en Wakanda, que Black Panther acaba de convertirse en una de las películas más taquilleras de todos los tiempos y que Black Panther 2 es un hecho. Que Spider-Man también tendrá su segunda película inexorablemente, al igual que los Guardianes de la Galaxia su trilogía, y que es inconcebible hacer estas secuelas sin los personajes que las hicieron exitosas en primer lugar.

El mundo real y su implacable lógica de mercado invade el universo ficticio de superhéroes.

Y resulta lógico dado que ese universo contiene en su propio ADN, en su razón de ser, esas condiciones económicas que nada tienen que ver con la historia. Existen 19 películas del Universo cinematográfico de Marvel no por una necesidad narrativa sino porque son exitosas, y todo el mundo lo sabe.

Avengers: Infinity War existe solo por ser parte de ese universo más vasto; a nadie se le ocurre ver Infinity War sin haber visto las películas anteriores y, si lo hiciera, no terminaría por entenderla; la película no se preocupa por existir por sí misma, como ente independiente, por fuera de la historia previa y de lo que ya conocemos de los personajes (no hay desarrollo de personajes, no hay acciones que no se expliquen por otras anteriores; en ese sentido, no es una película). Así que prácticamente no hay manera de ver ese final sin pensar en que la tragedia es pasajera.

Tal vez esta sensación se podría haber evitado si el final de Infinity War no era tan radical: una derrota absoluta de los Avengers y la muerte de la mitad de ellos es mucho menos creíble que una derrota más moderada o relativa, y la muerte definitiva de un par de personajes importantes, tal vez Iron Man o Capitán América, como tanto se había especulado antes.

Avengers 4: ¿Un remake de The Avengers?

Pero sin dudas hay razones detrás de este final, planes futuros de Marvel, que todavía no conocemos y que más tarde podremos comprender en su totalidad.

Toda gran tragedia en una historia suele ser menos importante por sí misma que por sus consecuencias y por cómo afecta a los que la sobreviven.

Una de las principales funciones del final de Avengers: Infinity War, más allá de la sorpresa y el impacto, por superficial que sea, es poner en marcha la historia de Avengers 4.

Y en ese sentido es inmejorable.

No puede ser casual que los sobrevivientes a Thanos sean básicamente todos los Avengers originales: Tony Stark, Steve Rogers, Banner, Thor, Natasha Romanoff y Rhodes, y que hayan desaparecido casi todos los «nuevos» (Doctor Strange, Spider-Man, Black Panther y casi todos los Guardianes).

Detrás de esto hay un plan, misterioso y sin dudas interesante.

Hay otro elemento fundamental en Avengers: Infinity War, a la hora de pensar en lo que vendrá y en cómo detener definitivamente la amenaza de Thanos: la escena post-créditos.

En ella, Nick Fury, antes de también esfumarse, logra contactar a Capitán Marvel, la heroína que Brie Larson interpretará en su debut en el MCU con película propia el año que viene, justo antes de Avengers 4 (antes, a mediados de este año, se estrena Ant-Man & the Wasp, una película tal vez más liviana e independiente, como para contrarrestar el impacto de Infinity War).

La historia de sus orígenes, situada en la década de los 90, servirá para introducirla en este universo y también para preparar su gran aparición en Avengers 4.

Que Nick Fury haya decidido enviar este mensaje en ese momento catastrófico, temiendo que sus viejos y conocidos Avengers hayan fracasado contra Thanos, se explica por la historia que lo une a Capitán Marvel (una versión joven de Nick Fury aparecerá en la película de la heroína) pero también por esta condición de la heroína más poderosa del Universo Marvel.

(Esperemos que Avengers 4 dé alguna explicación razonable para justificar el hecho de que, siendo tan poderosa, nunca llamaron a Captain Marvel antes, ni para combatir a Loki y los Chitauri, ni para derrotar a Ultron).

Fuente.